18/12/08

Sábado 6 de Diciembre de 2008

Recorrido: Carretera Austral, de la orilla del río Baker a Cochrane: 44 km
Recorrido total: 2.451 km








No estaba ya lejos de Cochrane, la última población más grande que una aldea en lo que quedaba de carretera Austral. Parecía buena idea llegar y pasar un día relajado, recuperando fuerzas y preparando las últimas etapas hacia el sur. Para entonces, la idea de continuar hasta Punta Arenas y Ushuaia se había desinflado. Si quería hacer este recorrido tendría que tomar el barco del siguiente sábado, el único a la semana que cruzaba de Villa O’Higgins hacia el lado argentino. Pero eso suponía tener que esperar un mínimo de 3 o 4 días en uno de los tres pueblos que me quedaban en el recorrido de 300 kilómetros hasta Villa O’Higgins. Luego venía un periplo desagradable por un bosque sin camino trazado, acarreando la bici y los bártulos, otro barco, y por fin la continuación a Ushuaia. Ese era el plan original, pero contando los días que me quedaban no era ya posible llegar a la ciudad más austral del planeta, y el camino intermedio parecía más una ginkana inútil que un disfrute de viaje o un reto. Así que a estas alturas, mi meta era el extremo chileno de la carretera Austral cuando llega al mar, Caleta Tortel, y de allí regresar en autobús hacia el norte para hacer alguna ruta más en lo que me quedase de viaje.








Por otra parte, comparado con las montañas, bosques impenetrables y glaciares del norte de la ruta Austral, llegando a Cochrane estaba decepcionado por el paisaje seco y pelado, dominado por vientos que arrastraban la arena a su paso. No estaba disfrutando igual que antes de lo que recorría, y esto terminó por decidirme a dejar para mejor ocasión el tramo final a Ushuaia. Los secarrales eran dominio de los tábanos, y el suplicio aumentaba en las cuestas o cada vez que pretendía parar para tomar aire. Trepando por las costaneras se alcanzaban buenas vistas del colorido Baker, ya fundido con otros afluentes de deshielo que traían colores azulados opacos. Mientras hacía una parada en un risco de una curva disfrutando del espectáculo de los ríos, apareció por detrás otro ciclista. Walter era un holandés que seguía el mismo camino que yo, aunque él lo vivía casi como algo profesional. Llevaba 18 meses pedaleando, desde el extremo de Alaska, por toda la carretera Panamericana, y se proponía terminar en Ushuaia para poder decir que había cruzado el continente en bicicleta. A priori parecía que algo de obsesivo había en su aventura, pero charlando con él me encontré a una persona perfectamente equilibrada. Había planteado el viaje con unos cuantos amigos, pero después de Ecuador el grupo se había roto y todos habían continuado en solitario. No es fácil adaptar el ritmo y los deseos de todos, y ahora seguía más tranquilo a su aire.







Pedaleamos juntos la parte de desierto que quedaba hasta Cochrane. Teníamos presupuestos diferentes, así que no nos alojamos en el mismo lugar, y quedamos para tomar algo por la tarde. Aunque Walter seguramente había vivido multitud de experiencias en tantos meses de viaje, no era demasiado hablador, y parecía tener más curiosidad por mi viaje que ganas de contarme sobre el suyo. Cenando en un restaurante y paseando por el pueblo conversamos hasta que se hizo de noche. Él descansaría un día más en Cochrane, y yo en cambio prefería continuar, pues no era éste un pueblo con mucho que ofrecer a parte de la conversación del otro viajero. Así que nos deseamos buena suerte y nos despedimos.






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